sábado, 5 de noviembre de 2016

IV Jornadas de iniciación a la atención y cuidado de las personas mayores.

Los alumnos del Programa de convivencia intergeneracional de 3º de ESO reciben formación inicial por los profesionales de ServiMayor.

Blanca Mª Paris, gerocultora de ServiMayor, impartiendo uno de los talleres de atención y cuidados a los mayores.

      El pasado miércoles, 26 de octubre, tuvieron lugar en las instalaciones del Centro residencial ServiMayor las IV Jornadas de iniciación a la atención y cuidado de las personas mayores. Desde que se puso en marcha el Programa de convivencia intergeneracional, se creyó conveniente que los alumnos participantes recibieran una formación inicial, al objeto de tener unas nociones básicas acerca del funcionamiento de un centro residencial, de las situaciones y necesidades propias de las personas que allí residen, de los cuidados y tratos que precisan y otras cuestiones relativas a su realidad diaria. Hemos de tener en cuenta que la población residencial es diversa y heterogénea, un escenario de convivencia en el que comparten su residencia, por motivos bien diversos, personas válidas y asistidas en distintos grados. La mayor parte de los jóvenes y adolescentes, a excecpción de los que tengan o hayan tenido a algún familiar en una residencia, que suelen ser muy pocos, jamás han visitado centros de mayores y desconocen completamente este mundo. 

        Angélica, la directora de ServiMayor, informó cumplidamente de la especial naturaleza de ServiMayor, una empresa social que funciona en régimen de cooperativa, formada por socios que son los que la gobiernan, a través de su consejo rector y su presidente. Orientó a los alumnos acerca de los distintos tipos de plazas de residentes que gestionan, que incluyen a particulares y plazas conveniadas por la Junta de Extremadura. También explicó los diferentes servicios que ofrece en función del grado de autonomía o dependencia de los usuarios y de los cuidados que precisan. Informó también de las instalaciones del centro residencial, del funcionamiento general y de las actividades que se realizan con los mayores que allí residen y de sus habitaciones, más bien pequeños apartamentos, que de manera habitual comparten entre dos, todos ellos con salida a los amplios espacios verdes de la residencia y con una zona propia de jardín. Subrayó los efectos beneficiosos que, para el bienestar de las personas mayores y aun de su salud, viene produciendo el desarrollo del programa de convivencia intergeneracional y de qué manera las visitas de los alumnos generan actitudes positivas en ellos.

       Chema Muoz y Natalia Luengo, los terapeutas ocupacionales, hablaron de sus actividades y competencias en ServiMayor, explicando las labores de evaluación y diagnóstico que realizan cuando llegan los mayores a la residencia y cómo van diseñando los programas específicos que cada uno de ellos necesita en función de su situación. Fueron detallando las distintas tareas que tienen que acometer para lograr que los mayores mantengan o recuperen el mayor grado de autonomía, así como las adaptaciones que tienen que efectuar cuando pierden alguna de sus capacidades o competencias, para que les afecte de la menor manera posible. Ejemplificaron las diversas situaciones que pueden sobrevenir a personas que, temporal o definitivamente, se encuentran con dificultades en alguna de las actividades de la vida diaria, bien por una enfermedad o lesión, bien por sufrir una discapacidad, mostrando su trabajo para entrenar habilidades que las suplan, a través de la terapia o introduciendo las adaptaciones necesarias. Insistieron en la importancia de desarrollar y realizar programas de acción tendentes a la prevención, para impedir precisamente la pérdida de autonomía y reforzar su independencia, enfocados tanto a la actividad física como a la estimulación cognitiva, al fin de evitar o, en su caso, retrasar o neutralizar las situaciones de deterioro.

      Joaquín García, uno de los tres enfermeros con los que cuenta ServiMayor, habló de las actividades que desarrollan en la residencia, que exigen una atención y cuidado constante, dadas las habituales complicaciones que, en su salud, suelen padecer las personas mayores, especialmente las relacionadas con la diabetes y la hipertensión, pero también la gran diversidad de enfermedades puntuales y crónicas que les aquejan. Habló de los cuidados especiales que precisan los residentes que se encuentran en peor estado de salud y que se ven obligados a estar encamados y a precisar atenciones constantes. Mostró de una manera práctica el instrumental y equipamiento habitual de los enfermeros y que suelen incorporar en su carrito, desde las sondas nasogástricas para alimentar a aquellos que ya no pueden glutir por sí mismos, a los vendajes especiales para aquellos mayores que acuden a la residencia con úlceras y que consiguen curar a los días o semanas de estar en ServiMayor. Incidieron en la importancia de seguir los protocolos de cambios posturales en los encamados para prevenir, precisamente, los problemas las escaras que pueden derivar en úlceras por presión. Hicieron ejercicios prácticos para la toma de tensión, tanto de manera automática como manual por medio del fonendoscopio y casi todos los alumnos se hicieron un análisis de glucosa, lo que fue aprovechado para informarles detenidamente de las causas de las glucemias y de la diabetes, sus tipos, tratamientos y la manera de prevenir esta enfermedad.


        En una residencia de mayores, es el de los auxiliares y gerocultores el trabajo que ocupa a más profesionales y el que genera mayor actividad. Ellos se encargan de todas las atenciones y cuidados de los residentes, desde que se despiertan hasta que se acuestan y que, incluso durmiendo, actúan para que los encamados se encuentren de la mejor manera posible. En ServiMayor, la mayor parte de los residentes se encuenran en situación de dependencia, por que precisan estar asistidos en la mayor parte de las actividades de la vida diaria, lo que incluye la lista de las tareas diarias: levantarse, ducharse y asearse, vestirse, desplazarse, comer, ir al baño -en algunos casos de incontinencia el cambio de pañales y el sondaje vesical-, en fin, todas las acciones que configuran las necesidades básicas y sociales del día a día. Blanca París se encargó de hacernos u ina dea de lo que viene a significar este trabajo, que implica un alto rendimiento a los profesionales que lo desarrollan y unas exigencias enormes en cuanto a su motivación e implicación. Porque en el cumplimiento de sus tareas, los auxiliares y gerocultores no solo deben tener en cuenta su efectividad y eficacia -hacer las cosas bien y de una manera rápida-, sino sobre todo el componente afectivo y emocional que lleva emparejado. La profesionalidad en el ámbito asistencial no puede medirse en términos cuantitativos, por el número de residentes y tareas que se llevan a cabo. El verdadero valor añadido que aporta un trabajador en el campo asistencial, que es quien realmente genera calidad al servicio que se presta, tiene que ver con ese bien intangible y difícil de medir que es el talante humano con el que se desenvuelve. Es la actitud de los profesionales -y el conjunto de aptitudes dentro del ámbito emocional que se ponen en juego- la que realmente determina un buen servicio y, lo que es más importante, la satisfacción y el bienestar de los residentes, que así se sienten no solo bien atendidos en sus necesidades, sino aceptados y queridos en la situación en la que se encuentran. La afectividad es, al fin y al cabo, el más importante vector de la actividad de un trabajador asistencial y la que reporta a todos, profesionales, usuarios y familiares, la mayor satisfacción.
 
        Blanca fue detallando los distintos medios que se utilizan para el mejor cuidado y confort de los mayores dependientes, sobre todo de aquéllos que sufren deterioro cognitivo o alzhéimer y precisan de medidas de sujeción. Explicó en qué manera se necesitan estas formas de sujetar los cuerpos en función de las necesidades concretas derivadas del grado de la enfermedad o de la manera que afectan distintas dolencias, a la hora de prevenir accidentes que podría provocar daños graves. Medidas que aunque pueden resultar algo incómodas -y que exigen la prescripción médica y la autorización de los familiares o tutores legales- son hoy por hoy necesarias para garantizar la seguridad de muchos de los mayores asistidos. Explicó los distintos medios de sujeción tanto en sillas como en camas, así como el modo de aplicarlos y la responsabilidad que supone para los profesionales el realizarlo de manera correcta. También mostró los distintos recursos de que disponen para cuidar a las personas con inconsistencia y el modo de efectuar los cambios posturales, siguiendo los protocolos pautados, de la manera más adecuada. A través de casos prácticos, los alumnos pudieron vivir en primera persona cómo deben realizarse estas tareas adecuadamente, percibiendo lo importante que resulta el hacerlo con un trato adecuado, mostrando la empatía y la afectividad necesarias para que la persona mayor se sienta reconfortada, aceptada y querida. Una lección de humanidad que dio cierre a estas jornadas, que nos ayudaron a conocer no sólo los cuidados y atenciones que precisan las personas mayores, sino sobre todo a valorar la importancia del componente emocional en todas las acciones que se llevan a cabo con ellas.



















































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